jueves, 3 de marzo de 2011

Para Nick Drake


El furor de una sagrada embestida

y estos años pasando como hienas en celo.

Un corazón que vale lo que un desierto. O incluso más:

Una promesa.


Delante: un niño triste escupiendo sobre los puentes.

Detrás: la soledad en puntas de pie.


La guitarra casi nunca miente, pero cuando lo hace

es como si todos los días de la vida se desvanecieran bajo

las luces de los postes,

y el fuerte olor a muerte que reina en las autopistas

trazara un oscuro mapa en la vida de los hombres.


El fin de una canción es siempre el inicio de una promesa:

Como ir a caballo entre el ruido de la ciudad y el silencio de los bosques.

Como una plegaria que jamás será atendida.

Un beso de tu peor enemigo.


Coitus

interruptus.

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