
Viejo reptil de alcantarillas en las que la noche
no parece tener ni pies ni manos
ni elemento alguno que convoque a estos sagrados ritos.
La canción de la Vieja Nueva York es la misma de otros tiempos:
La intemporal canción se nos viene encima,
nos resiste y atraviesa.
Nos abre su corazón que es todo lo que tiene:
Su tesoro.
Más allá de sus palpitaciones te mantienes en pie,
bailando el vals de tu propia muerte.
Sobreviviendo.
Con los ojos puestos en Manhattan
y el hocico en Coney Island.
Juglar de Drag Queens, prostitutas y chaperos;
de vagabundos yonquis que vendieron su amor a una ciudad
por la que no vale la pena dar más de tres
o cuatro dólares.
...y no será posible encontrar lo que él encontró?
ResponderEliminarMe encanta.
En la noche...
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